Diálogos Uno: del po-zo ciego.

-¡Bueno -pensó Alicia-, después de haber vivido una caída como ésta, bien puedo rodar por cualquier escalera sin hacerme daño!

-Anticonceptivos y anticonceptos- dijo la no concebida.

-Permitime, María Escolástica, yo seré una nada pero vos no sos quién. ¡Ufa! Desde que publicaste el Organón ya no saludás más al entrar y no salir.

-Tu rosa es rosa. Mi rosa, no sé.

-¡Amigos!, o se cayan o qué sé yo.

(Ramo de risas).

(Ella) por otra parte (por la boca) permaneció tan silenciosa que hubiérase podido oír la caída de una aguja -narrada por la propia aguja.

Ha llegado la madrugada en la madriguera y me voy a dormir. Mañana será otra noche.

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-Hace mucho mucho tiempo, cuando el reino estaba dividido en compartimientos, la magia era importante. Hogaño ya no está de moda, lo cual es una lástima porque, cuando te sientes amenazada, meterse en un círculo de tiza es mucho mejor que- J. Winterson se desató las bragas, asió la batata y preguntó a la clase -¿que qué?

Los alumnos tomaron nota de la pregunta.


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-¡Veo veo, Alicia!

-¿Qué ves?

-¡Un espejo un espejo un espejo un espejo!

-No es un espejo, soy yo, de este lado.

-Cuando te conocí, te reconocí por tus botas.

Alicia abrió los ojos, el médico rubio desabotonó el primer botón, el ascensor llegó al cuarto piso. Y me dijo. No pienses. Lo repitió cuatro veces: no pienses, no pienses, no pienses, no pienses.



Fontana Rosa:

Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas. Alicia a través del espejo.
Jeanette Winterson, Fruta prohibida.
Alejandra Pizarnik, Prosa completa.
Clínica la sagrada familia, coma, el ascensor que no sube al cuarto piso, coma, no tiene sentido, ni uno, ni tres, ni cinco, coma, escapemos con la percanta, que nos dé la puñalada, que nos coma la bataclana, que nos coma las canas, que nos mire la pebeta, que nos parta el corazón, que nos hunda la moza hasta el mango su facón.
Y no se puede caer sin mancharse la camisa, sin perder la sonrisa.



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