viernes, 31 de agosto de 2007

Milord


Milord se encarna en mí. Me hace bailar, cerrar los ojos y sonreir sin acso, sin recelo, sin identidad. Soy la mujer (?) bajo la boina. Soy bajo la boina. Ichít Piaf (como me gusta pronunciarla frunciendo la nariz), mi amante gris, grave, deliciosa. La que llena de saliva mi boca reseca. Como ellas. Las que espero ansiosa. Como si fueran a venir. La piel, el beso, el cuerpo, la mirada, la voz, de las que no están. No a mi alcance. Todas las mujeres en blanco y negro de las que desearía rozar siquiera la sombra. Como las calles de Buenos Aires de antes y las de Paris de siempre, como las tapas de mi libro Poesía Completa, como el departamento de Alejandra en la calle Montevideo en los años 60. Todo lo que desea mi cuerpo. Imposible. Todo lo que grita en mí. Lo que intento sanar sin receta (entiéndase sin receta alguna) para volver el cuerpo a la calma. El cuerpo a la cama. Quiero compartir esto con ustedes.

Pueden ver y escuchar Milord cantada por Edith en:
http://es.youtube.com/watch?v=2yKmovWbJQ8&mode=related&search

Y en una de sus giras a Nueva York (entre 1959 y principios de los años 60):
http://es.youtube.com/watch?v=BzCMfO1Uq68&mode=related&search

Allez venez! Milord

Vous asseoir à ma table
Il fait si froid dehors
Ici, c'est confortable
Laissez-vous faire, Milord
Et prenez bien vos aises
Vos peines sur mon cœur
Et vos pieds sur une chaise
Je vous connais, Milord
Vous ne m'avez jamais vue
Je ne suis qu'une fille du port
Une ombre de la rue...

Pourtant, je vous ai frôlé
Quand vous passiez hier
Vous n'étiez pas peu fier
Dame! le ciel vous comblait
Votre foulard de soie
Flottant sur vos épaules
Vous aviez le beau rôle
On aurait dit le roi
Vous marchiez en vainqueur
Au bras d'une demoiselle
Mon Dieu! qu'elle était belle
J'en ai froid dans le cœur...

Allez venez! Milord
Vous asseoir à ma table
Il fait si froid dehors
Ici, c'est confortable
Laissez-vous faire, Milord
Et prenez bien vos aises
Vos peines sur mon cœur
Et vos pieds sur une chaise
Je vous connais, Milord
Vous ne m'avez jamais vue
Je ne suis qu'une fille du port
Une ombre de la rue...

Dire qu'il suffit parfois
Qu'il y ait un navire
Pour que tout se déchire
Quand le navire s'en va
Il emmenait avec lui
La douce aux yeux si tendres
Qui n'a pas su comprendre
Qu'elle brisait votre vie
L'amour, ça fait pleurer
Comme quoi l'existence
Ça vous donne toutes les chances
Pour les reprendre après...

Allez venez! Milord
Vous avez l'air d'un môme
Laissez-vous faire, Milord
Venez dans mon royaume
Je soigne les remords
Je chante la romance
Je chante les milords
Qui n'ont pas eu de chance
Regardez-moi, Milord
Vous ne m'avez jamais vue...
Mais vous pleurez, Milord
Ça, j' l'aurais jamais cru.

+parlé:

Eh! bien voyons, Milord
Souriez-moi, Milord
Mieux que ça, un p'tit effort...
Voilà, c'est ça!
Allez riez! Milord
Allez chantez! Milord
Ta da da da...
Mais oui, dansez, Milord
Ta da da da...
Bravo! Milord...
Encore, Milord...
Ta da da da...

Edith Piaf (Môme Piaf)


martes, 28 de agosto de 2007

Retazos

Quería rescatar esas palabras que ya nadie usa, el vocabulario de la costura de una clase media en cierta época, la de mi infancia. Había entonces el esmero del detalle, de hacer un tailleur, pero que las mangas cayeran perfecto, justo así, y que las sisas y que la pinza, y qué sé yo. Yo oía todas estas palabras, las decían mi madre y mi tía, que cosían mucho. Y juré que no iba a coser nunca y no cosí, pero me fascinaban esas palabras...
Mi madre tenía un cajón de retazos. Iba a una tienda, La Exposición, que quedaba en Santa Fe y Libertad, y tenía su vendedor que le avisaba cuando había liquidaciones y le contaba lo que había, de algún género, de una sarga o de un gros. Ella le decía: ¿Me los aparta?. Y después iba a comprar esos géneros rebajados o retazos. No se sabía para qué los compraba
, pero los ponía en un cajón de retazos que a mí me fascinaba.
Sylvia.



Géneros rebajados y retazos acerca de Sylvia Molloy, Flora Alejandra Pizarnik y Silvina Ocampo.


Un viernes (mediando los años 60) a las 24 horas, Alejandra escribe a Sylvia desde Miramar:


Ma Chère S., hoy cometí mi primer acto heroico. Fui a la playa. Pero no estoy tranquila, no estaré tranquila hasta que no escriba como yo deseo sobre lo que deseo y de la manera que deseo. Estos deseos son más fuertes que mi sentido erótico y mi sentido del humor. De todos modos escribo poco y mal. A causa de ello dibujo un poco, pour me réchauffer un peu, para invitar al Gran Silencio a posarse en mi memoria. Decíme pronto si vendrás. Envié sendas cartas a las Hamadas Olga e Yvonne de modo que si venís llamálas por si desean también venir.
Exhaustivos abrazos, querida amiguita, y más aún.
Alejandra.


Silvina, a escondidas de Adolfito, su esposo que no reparaba en sus letras, ni en sus amigos y amigas que ella recibía en su cuarto. Sola. Escribía. Poemas, cuentos. Bajo la sombra.
Estos son fragmentos de una carta que alguien encontró en el segundo cajón de la cajonera de Silvina, un martes por la tarde. Ella escribía a una tal Alba:

¿Cuánto tiempo hace que no pienso en otra cosa que en ti, imbécil, que te intercalas entre las líneas del libro que leo, dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que miro? Ningún amante habrá pensado tanto en su amada como yo en ti. Recuerdo siempre tus manos levemente rojas, y la piel de tus brazos oscura en los pliegues del codo o en el cuello como arena húmeda. «¿Será suciedad?», pienso. Después de nuestra infancia, que transcurrió en un colegio que fue nuestra prisión donde nos veíamos diariamente y dormíamos en el mismo dormitorio, podría enumerar algunos furtivos encuentros: un día en el andén de una estación, otro día en una playa, otro día en un teatro.
Alba Cristián. Tu nombre semejante también a un círculo me pareció venenoso. Aquel día, al verte, una trémula nube envolvió mi nuca, mi cuerpo se cubrió de escalofríos. Felizmente hacía calor y salí al balcón. «Quiero mi soledad, la quiero con mil caras impersonales.» Te miré y a través del vidrio que reverberaba tembló tu cara de piraña como en el fondo del agua. Estás en mí como esas figuras que ocultan otras más importantes en los cuadros. Después de haberte saludado con una inusitada amabilidad te invité a tomar té. Aceptaste. Te dije que en mi casa había pintores. Sugeriste felizmente que sería mejor ir a tu casa. En el momento en que prepares el té y lo dejes sobre la mesa fingiré un desmayo. Irás a buscar un vaso de agua que yo te pediré, entonces echaré en la tetera el veneno que traigo en mi cartera. Entonces te internarás en un jardín semejante al del colegio que era nuestra prisión, un jardín engañoso, cuidado por dos estatuas, que tienen dos globos de luz en las manos, para alumbrar tu soledad.
Inextinguible.

Sylvia escribía en la revista Sur con Victoria, hermana mayor de Silvina. Segun Sylvia, Victoria era "aterradora". Parece que la primera vez que estas damas se cruzaron en el escritorio de otro de los integrantes de esa revista, Pepe, Victoria estaba enojadísima buscando al culpable de la desaparición de unos libros y entró sacada a dicho cuarto dónde Sylvia esperaba para conocerla. Pepe intentó presentar a la joven estudiante de letras Sylvia:

-"...la señorita".

-"Me importa un carajo la señorita". Y Victoria salió dando un portazo.

Mientras tanto, en algun cuarto del palacete. Silvina terminaba de vestirse, tomaba su cuaderno y partía sin que nadie la notara al otro lado del bosque, a encontrarse con Alejandra.

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Próxima entrega. Taller de costura. Estas tres mujeres se encontrarán, se unirán, quizá en el departamento que la familia Pizarnik tenía en Miramar en aquel verano de 1965. Quizá por estas calles de París, se encuentren.



viernes, 24 de agosto de 2007

Begonia lejos.

Uno

En el fondo yo odio la poesía. Es, para mí, una condena a la abstracción. Y además me recuerda esa condena. Y además me recuerda que no puedo «hincar el diente» en lo concreto. Si pudiera hacer orden en mis papeles algo se salvaría. Y en mis lecturas y en mis miserables escritos. Alejandra Pizarnik. 25 de julio de 1965.


Hace casi un mes que he partido. Hasta aquí. Hasta Paris. Bajo la basílica de Montmartre. Es un cuarto oscuro, con las parédes húmedas, algodonosas. Pienso en las paredes y levanto los hombros y los brazos se me pegan a los costados del cuerpo y tiemblo. Tiemblo como diciendo "no". El lugar en el que estoy tiene piso de baldosa verde, una biblioteca de madera roída por la humedad dónde acomodo mis libros y otros libros y los cuadernos. Frente a la cama, junto a la mesa, hay una ventana desde la cuál se ven las paredes blancas del Sacre Coeur de Montmartre. La acumulación de libros y papeles trae polvo y he de aquí que yo respiro perfecto (bueno casi) pero tengo a la defensiva los poros mismos de la piel. Por eso, para que no pique salgo mucho. Como a la mañana hace frío me abrigo. Tengo 7 bufandas distintas. Mi favorita es la azul tejida que me regaló papá en Buenos Aires. Cuando la uso el resfrío crónico es más llevadero. Igual trato de variar. Hoy salí temprano y me puse la bufanda gris escocesa.
Me parece básico, respetuoso y tierno contarles que: cuando ella se encontró sola, se encontró. Por eso yo vine a ver si me encuentro. El detonante fue la noche en que putié a mi sombra por taparme la luz mientras leía. Ahí dije: Basta. Y gasté todo lo que tenía para estar aquí.
Digamos que aprovecho las mañanas soleadas, las nubladas y las lluviosas para buscar entre las calles de Paris: El pasado, nomás por capricho.
Alguna muchacha fría e indiferente, porque Ceci que bailaba tango en Buenos Aires conmigo era así y me decía: Vos decidís si sos un flan o una persona. No caderiés.
Manchas, huellas, quizá sus pies, porque aun extraño no haberle escuchado jamás la voz.
Colores. Los de la tinta y la máquina de escribir.
Aromas y el desafío de comer crema en comidas saladas. Lentamente y que me guste. Y polenta. Y a veces nada.
A mí, como ya dije. Pero de qué estoy hecha cuando a nadie debo el perdon, la gracia, el respeto, la explicación, el gusto, la espectativa. Cuando no tengo que aclarar nada de mí en castellano. Acá no hablo. Estoy tan muda como Alejandra en mi oído.
SANGRÍA. Busco triángulos. Escalenos.
Mariage-Amour du mois de mai-La vie en rose. Por ejemplo.
Le petit monsieur triste-Le petit homme-Petita, mi perra. Otro ejemplo.
La calle F. Saint-Honoré-La General Paz-Valentin Vergara.
Ratatouille-Safijas-Oeufs Poché en tortilla.


Dos

La tríada.

Silvina-Flora Alejandra- Sylvia.

/Próximamente/